Noticias
Ofrecer el trabajo a Dios es hacer Oración
Por
Instituto O'higgns .
Publicado:
1 Abril 2006
Leido 251 veces
Interrumpir las actividades ordinarias de nuestro ejercicio profesional, del mismo modo que hacía Jesús (Mc 1,35.6,46.14,32 Lc 6, 12.9, 18.9, 28.11, 1.22,41), para separarnos de todo aquello que nos ocupa y nos preocupa, con la única intención de unirnos en oración con el Señor, se ha convertido en uno de esos proyectos que como grupo esperamos con gran entusiasmo. En esta ocasión, acompañados por el padre Miguel Ángel Riveros, nos dirigimos, nuevamente, al Monasterio trapense Santa María de Miraflores el día miércoles 29 de marzo.
Ingresar en el lugar físico del monasterio se convierte inmediatamente en una invitación a entrar en esos recónditos lugares íntimos de nuestro corazón, para unirnos espiritualmente a esa comunidad tan querida y respetada en nuestra diócesis, ese grupo de monjes “incesantes buscadores de Dios” que renunciando a todos lo que el mundo les ofrece consagran su vida en el ministerio de la oración. Apenas entramos a la capilla pudimos constatar esa calurosa, pero silenciosa, bienvenida; la invitación a caminar por sus prados, la posibilidad de participar en esa búsqueda amorosa del Padre y escuchar sus plegarias, cantos y bendiciones. La reflexión estuvo centrada en el profundo amor que Jesucristo manifestó en su oblación, en la disposición necesaria de nuestro espíritu para caminar con Él el camino de la cruz, la necesidad de consagrar y ofrecer todas nuestras actividades, porque de este modo contribuimos a la construcción de un mundo más humano y más de Dios. Sin duda que estas experiencias fortalecen el lazo afectivo que nos une como cuerpo de profesores y como grupo de amigos; al mismo tiempo que iluminan nuestros compromisos y aumentan en cada uno de nosotros las ganas de continuar en esta tarea de configurarnos con Cristo, el Divino Maestro, en la misión de anunciar su Buena Noticia a quienes se nos han encomendado. Finalmente dar las gracias a nuestro capellán que hizo posible este encuentro, al padre Miguel que con muy buena disposición dirigió el retiro, a la comunidad trapense que amablemente nos permitió entrar en su casa y cada uno de los profesores que con respeto y en silencio aportaron para que el encuentro personal con Jesús marcara esa jornada. Síganlo a Él, mírenlo a Él, ámenlo a Él, aquél que es el Camino y camina con ustedes, que es el Pan de vida que los reconforta y restaura sus fuerzas para que no desfallezcan a media jornada, y el mismo que es la Meta y los espera con los brazos abiertos, con sus llagas glorificadas, en memoria del amor con que nos amó, sí queridos buscadores, sigan a: Jesús de Nazaret, el Cristo, Señor de la Vida, Resucitado y Vivo para siempre.

Publicado en:
© CONGREGACIÓN DE LOS HERMANOS MARISTAS
Ámbito de Diseño, Informática y Comunicaciones