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2ºD Medio, Visita a la Pintana: La Alegría de Darse a los Demás
Por
Instituto O'higgns .
Publicado:
1 Septiembre 2005
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Así como una gaviota emprendiendo su primer vuelo, iniciábamos el viaje llenos de ilusiones, suefios y con el corazón dispuesto a abrirse, a conocer nuevas personas y en si, compartir experiencias de vida.


A pesar del opaco día, el cálido y alegre recibimiento de nuestros pares, no dependía ni del clima, ni del tiempo soleado, ni, incluso, de la salud que gozamos o la enfermedad que padecemos, sino, el sentimiento mutuo de entregarse a nuestros hermanos, aunque fuese por un día. Luego de una simple presentación, nos dirigimos a la capilla de su colegio, a vivir una breve eucaristía, con el propósito de ofrecer ese día al Señor.
 
Al sonido de una guitarra y muchas voces, compartimos un grato desayuno y conocimos a los que, en definitiva, serían nuestros hermanos. Con la brocha al hombro, y con los rostros llenos de felicidad, nos dirigíamos al Hogar de Cristo a realizar nuestra obra solidaria. Después de un par de contratiempos en el trabajo, logramos finalizar con éxito nuestra labor. Cansados y hambrientos, emprendimos el rumbo hacia nuestros hogares, en el trayecto, quedamos sorprendidos por la hostilidad a la que se enfrentan cada día nuestros hermanos. Al estar en sus hogares y compartir gratamente el almuerzo con su familia, nos dimos cuenta que el espíritu marista acorta cualquier brecha social existente, y nos une en un lazo irrompible de compañerismo y fraternidad. De regreso al colegio nos llevaron a conocer sus instalaciones, y nos explicaron el proceso de su formación .académica. En seguida compartimos una tarde recreativa, logrando finalmente la homogeneidad que buscábamos y vimos con agrado como el grupo se afiató dando origen a nuevas amistades, que se seguirán cultivando en encuentros futuros y no muy lejanos. Ya con varios minutos de atraso, y el agotamiento propio de una agitada jornada, nos dispusimos a compartir una agradable once, la cual significó el momento culminé de nuestra estadía y conllevó a una fugaz despedida, agradeciendo a Dios por los momentos vividos y por la oportunidad de conocer personas tan sencillas pero tan especiales a la vez. De esta manera regresamos a nuestra ciudad de embarque con el corazón lleno de alegría y satisfacción, y la gran enseñanza de disfrutar de las cosas sencillas de la vida, asumir el sufrimiento en clave cristiana, viendo en cada hermano a Cristo vivo. Demostrándonos una vez más que la alegría más grande del cristiano es darse por completo a los demás.



Publicado en:
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