"Creo firmemente en la Providencia de Dios y de
Nuestra Buena Madre, estoy plenamente convencida que no llegué a
este lugar por simple casualidad, sino que, el Señor nos tiene
preparada muchas sorpresas en la vida para cada uno de sus
hijos; y una de ellas, para mí, fue haber llegado hasta este
lugar del altiplano de San Pedro de Tiquina;
una de las 20
comunidades aimara que se encuentran en esta provincia de Manco
Kapa Departamento de la Paz y a los pies del lago Títicaca con
una altura de 4000 mts sobre el nivel del mar y con una
población de 1200 habitantes".
María Teresa Salazar P.
Profesora de Educación Básica
Instituto O'Higgins de Rancagua
Luego de un año de reflexión sobre una posible
experiencia de vida espiritual y educativa en otro lugar que no
fuera Chile y a raíz de una visita que nos hizo el Hno Mariano
Varona el año 2002 al colegio, para damos a conocer sobre la
misión Evangelizadora de hermanos y laicos en la nueva Provincia
de Santa María de los Andes, y hacernos presente entre los niños
y jóvenes más desposeídos y centrada nuestra entrega de servicio
en Jesucristo, al estilo de María y de Marcelino Champagnat,
decidí llevar a cabo mi objetivo, habiéndolo compartido primero
con mí familia quienes me apoyaron y me animaron, luego con
algunos hermanos y colegas para finalmente planteárselo al
hermano Jesús Trigueros quién con mucha alegría aceptó mi
petición.
De ahí tuve una entrevista con el hermano
Provincial Pedro Marco para plantearle mi opción de trabajo en
el lugar que él estimara más conveniente. Designándome así, ir a
Bolivia en donde se necesitaba una mayor presencia y
acompañamiento a los niños y jóvenes de este sector.
Creo que el momento que viví ha sido uno de los más importantes
de mi vida, en donde he sentido a Dios con mucha fuerza y muy
cerca de mi ¿será que esa humildad que los niños y jóvenes
reflejan a través de sus miradas, la necesidad de amor, de
acompañamiento y de mucha escucha; hacen que uno vea a Dios en
cada uno de ellos ¿o puede ser también, esa
vocación de los hermanos: Abel, Avelino y
Bonifacio con los cuales compartí el día a día y que se pierden
en lo más profundo del Altiplano en las diversas comunidades
donde llevan la palabra de Dios y las buenas enseñanzas para
servir a los demás; ¿o tal vez la hermosura del paisaje que nos
rodean: su lago inmenso, sus montes o sus imponentes cumbres
como: el Illimani, el Mururata, el Huayna Potosí y el filampu,
que son parte de la creación de Dios en este lugar del mundo y
mitos de la cultura aimara. Todo esto me hace sentir en total
armonía con el Creador, con quienes me rodean y la propia
naturaleza circundante. En este ambiente de alegría interior, es
donde he descubierto el caminar de Dios en mi vida.
Antes pensaba que la felicidad la encontraría en las cosas
materiales (casa, auto, televisión) hacer y hacer más cosas, sin
pensar qué tan importantes eran, olvidándome que prescindiendo
de todo eso encontraría mayor sentido a mi vida.
También he aprendido de este lugar que para hacer un buen
trabajo de aula, no es necesario contar con muchos recursos
materiales, que por lo demás son muy precarios, pero si, a mis
ganas de trabajar, recurriendo a la imaginación y agilidad para
llevar a cabo mis clases con los siguientes ingredientes:
Un par de ojos comprensivos
- Dos dedos de admiración ante la Creación
- Una pizca de paciencia
- Dos tazas grandes de humildad
- 250 tn. de imaginación antirrutínaria
- Un 111 de capacidad creativa
- 1 Kg. de ejemplo de vida
- Un tanto de juventud perpetua
- Una docena de sonrisas por cada 6 lágrimas
- Un poco de lazo firme para unirlo todo
Finalmente mezclar todos estos ingredientes educativos hasta
formar una masa uniforme y llevarlo al horno. Luego una vez
horneado colocarlo sobre una rejilla de paz, amor y unión y
cortarlo en bondadosas rebanadas para compartirlos con todos mis
alumnos.
Creo, que no por eso mi entrega a la labor
educativa, acá, sea menos fructífera que a lo mejor la lograda
con todos los adelantos y facilidades con los que cuentan la
mayoría de los colegios maristas en nuestro país, sólo se
necesita las ganas de trabajar y una buena disposición de
entrega.
En estas comunidades aimaras hacemos presencia marista en dos
colegios en las cuales impartimos la asignatura de Religión; uno
de ellos es San Pablo de Tiquina al otro lado del estrecho y en
Calata, una comunidad a 10 Km. de nuestra casa parroquial San
Pedro de Tiquina. Ambos colegios están muy mal construidos e
implementados; las salas no tienen luz eléctrica, sólo cuentan
con dos baños para los alumnos y otros dos para los profesores;
no hay agua potable ni siquiera agua del lago que está a unos 20
mt. de ambos colegios.
El grave problema de la educación en estas comunidades, es que
toda mejora debe correr por cuenta de la comunidad y no cuentan
con recursos. El gobierno solamente aporta algunos escasos
materiales didácticos.
Dentro de estas 20 comunidades aímaras , sólo 3 cuentan con
educación secundaria y el resto tienen solamente primaría
inferior y/o primaria superior, dependiendo del número de
habitantes que tenga cada comunidad. Por este motivo los jóvenes
de secundaria deben caminar 1 o 2 hrs para llegar a algunos de
estos centros educativos.
Dentro de esta cultura no hay seguimiento
permanente de los padres en las actividades escolares; más bien,
después de las clases, que suelen durar desde las 8:30 a.m.
hasta las 13:30 p.m. los niños y las niñas sienten que ya
terminaron su formación puesto que los padres los envían a
cuidar los animales el resto del día. Esto demuestra, que la
educación no es prioritaria en la cultura aimara.
Siendo una cultura muy rica en valores pero un poco ciega en lo
que implica abrirse a la cultura moderna y acoger parte de ella
para mejorar los estilos de vida, es difícil salir de los moldes
ancestrales y percibir, que sin perder los valores propios hay
formas hoy día, para vivir más dignamente y abiertos al progreso
e integración con el mundo actual.
Uno de los aspectos que más llaman la atención en el pueblo
boliviano y sobre todo en el altiplano es la pobre visión que
tienen de ellos mismos, o sea , su baja autoestima. Están
permanentemente echando la culpa de no prosperar a situaciones
anteriores de la dominación a la que estuvieron sometidos
(Incas, españoles, multinacionales,...). Se percibe poca visión
de futuro por no confiar en sus propias capacidades y en los que
dirigen tanto la comunidad como la nación. El tener una buena
autoestima es la base para ir forjando mejores expectativas de
vida en todos los aspectos sociales.
De ahí que el formar a las nuevas generaciones
con una visión más global y confiando en las propias capacidades
de las personas será la mejor manera de hacer un país más
próspero, justo y humanitario puesto que la base la tienen en
las comunidades o ayllu.
El paisaje del contorno es maravilloso pero bastante frío. Las
temperaturas oscilan en invierno entre 10º y una máxima de 15º
y, en el verano entre 10º y 22º. Durante el invierno se producen
fuertes vientos y las olas del lago pueden ocasionar el cierre
del
estrecho por el peligro para las embarcaciones.
El clima es duro para vivir con fuertes truenos, relámpagos,
lluvias, granizos y hasta nieve, sin embargo, es raro el día que
no sale el sol y ahí la temperatura sube bastante. Los rostros
morenos y curtidos de la gente se debe por el viento seco y frío
que por el sol; a pesar de que los rayos a ciertas horas son
bastantes perjudiciales. De ahí que casi todas las personas
aimaras llevan sombreros o sus típicos gorros con orejeras para
protegerse.
Sé que esto es parte solamente de todo lo que
podría transmitirles de mí testimonio de vida acá, pero puedo
decirles que gracias a Dios y a la Santísima Virgen y a esta
experiencia, como también gracias a los hermanos que confiaron
en mí, hoy me siento más orgullosa y contenta de ser una
educadora marista que solo trata de educar a los niños y jóvenes
con la pedagogía del amor como nos dice nuestro San Marcelino
Champagnat PARA EDUCAR A LOS NIÑOS HAY QUE AMARLOS Y AMARLOS A
TODOS POR IGUAL