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Testimonio de Vida de una Misión Apostólica en el sector de Bolivia: San Pedro de Tiquina 2004
Por
Instituto O'higgns .
Publicado:
1 Mayo 2005
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"Creo firmemente en la Providencia de Dios y de Nuestra Buena Madre, estoy plenamente convencida que no llegué a este lugar por simple casualidad, sino que, el Señor nos tiene preparada muchas sorpresas en la vida para cada uno de sus hijos; y una de ellas, para mí, fue haber llegado hasta este lugar del altiplano de San Pedro de Tiquina;
una de las 20 comunidades aimara que se encuentran en esta provincia de Manco Kapa Departamento de la Paz y a los pies del lago Títicaca con una altura de 4000 mts sobre el nivel del mar y con una población de 1200 habitantes".

María Teresa Salazar P.
Profesora de Educación Básica
Instituto O'Higgins de Rancagua Luego de un año de reflexión sobre una posible experiencia de vida espiritual y educativa en otro lugar que no fuera Chile y a raíz de una visita que nos hizo el Hno Mariano Varona el año 2002 al colegio, para damos a conocer sobre la misión Evangelizadora de hermanos y laicos en la nueva Provincia de Santa María de los Andes, y hacernos presente entre los niños y jóvenes más desposeídos y centrada nuestra entrega de servicio en Jesucristo, al estilo de María y de Marcelino Champagnat, decidí llevar a cabo mi objetivo, habiéndolo compartido primero con mí familia quienes me apoyaron y me animaron, luego con algunos hermanos y colegas para finalmente planteárselo al hermano Jesús Trigueros quién con mucha alegría aceptó mi petición. De ahí tuve una entrevista con el hermano Provincial Pedro Marco para plantearle mi opción de trabajo en el lugar que él estimara más conveniente. Designándome así, ir a Bolivia en donde se necesitaba una mayor presencia y acompañamiento a los niños y jóvenes de este sector.
 
Creo que el momento que viví ha sido uno de los más importantes de mi vida, en donde he sentido a Dios con mucha fuerza y muy cerca de mi ¿será que esa humildad que los niños y jóvenes reflejan a través de sus miradas, la necesidad de amor, de acompañamiento y de mucha escucha; hacen que uno vea a Dios en cada uno de ellos ¿o puede ser también, esa vocación de los hermanos: Abel, Avelino y Bonifacio con los cuales compartí el día a día y que se pierden en lo más profundo del Altiplano en las diversas comunidades donde llevan la palabra de Dios y las buenas enseñanzas para servir a los demás; ¿o tal vez la hermosura del paisaje que nos rodean: su lago inmenso, sus montes o sus imponentes cumbres como: el Illimani, el Mururata, el Huayna Potosí y el filampu, que son parte de la creación de Dios en este lugar del mundo y mitos de la cultura aimara. Todo esto me hace sentir en total armonía con el Creador, con quienes me rodean y la propia naturaleza circundante. En este ambiente de alegría interior, es donde he descubierto el caminar de Dios en mi vida.
 
Antes pensaba que la felicidad la encontraría en las cosas materiales (casa, auto, televisión) hacer y hacer más cosas, sin pensar qué tan importantes eran, olvidándome que prescindiendo de todo eso encontraría mayor sentido a mi vida.
 
También he aprendido de este lugar que para hacer un buen trabajo de aula, no es necesario contar con muchos recursos materiales, que por lo demás son muy precarios, pero si, a mis ganas de trabajar, recurriendo a la imaginación y agilidad para llevar a cabo mis clases con los siguientes ingredientes: Un par de ojos comprensivos
- Dos dedos de admiración ante la Creación
- Una pizca de paciencia
- Dos tazas grandes de humildad
- 250 tn. de imaginación antirrutínaria
- Un 111 de capacidad creativa
- 1 Kg. de ejemplo de vida
- Un tanto de juventud perpetua
- Una docena de sonrisas por cada 6 lágrimas
- Un poco de lazo firme para unirlo todo

Finalmente mezclar todos estos ingredientes educativos hasta formar una masa uniforme y llevarlo al horno. Luego una vez horneado colocarlo sobre una rejilla de paz, amor y unión y cortarlo en bondadosas rebanadas para compartirlos con todos mis alumnos. Creo, que no por eso mi entrega a la labor educativa, acá, sea menos fructífera que a lo mejor la lograda con todos los adelantos y facilidades con los que cuentan la mayoría de los colegios maristas en nuestro país, sólo se necesita las ganas de trabajar y una buena disposición de entrega.

En estas comunidades aimaras hacemos presencia marista en dos colegios en las cuales impartimos la asignatura de Religión; uno de ellos es San Pablo de Tiquina al otro lado del estrecho y en Calata, una comunidad a 10 Km. de nuestra casa parroquial San Pedro de Tiquina. Ambos colegios están muy mal construidos e implementados; las salas no tienen luz eléctrica, sólo cuentan con dos baños para los alumnos y otros dos para los profesores; no hay agua potable ni siquiera agua del lago que está a unos 20 mt. de ambos colegios.
El grave problema de la educación en estas comunidades, es que toda mejora debe correr por cuenta de la comunidad y no cuentan con recursos. El gobierno solamente aporta algunos escasos materiales didácticos.
 
Dentro de estas 20 comunidades aímaras , sólo 3 cuentan con educación secundaria y el resto tienen solamente primaría inferior y/o primaria superior, dependiendo del número de habitantes que tenga cada comunidad. Por este motivo los jóvenes de secundaria deben caminar 1 o 2 hrs para llegar a algunos de estos centros educativos. Dentro de esta cultura no hay seguimiento permanente de los padres en las actividades escolares; más bien, después de las clases, que suelen durar desde las 8:30 a.m. hasta las 13:30 p.m. los niños y las niñas sienten que ya terminaron su formación puesto que los padres los envían a cuidar los animales el resto del día. Esto demuestra, que la educación no es prioritaria en la cultura aimara.
Siendo una cultura muy rica en valores pero un poco ciega en lo que implica abrirse a la cultura moderna y acoger parte de ella para mejorar los estilos de vida, es difícil salir de los moldes ancestrales y percibir, que sin perder los valores propios hay formas hoy día, para vivir más dignamente y abiertos al progreso e integración con el mundo actual.
 
Uno de los aspectos que más llaman la atención en el pueblo boliviano y sobre todo en el altiplano es la pobre visión que tienen de ellos mismos, o sea , su baja autoestima. Están permanentemente echando la culpa de no prosperar a situaciones anteriores de la dominación a la que estuvieron sometidos (Incas, españoles, multinacionales,...). Se percibe poca visión de futuro por no confiar en sus propias capacidades y en los que dirigen tanto la comunidad como la nación. El tener una buena autoestima es la base para ir forjando mejores expectativas de vida en todos los aspectos sociales. De ahí que el formar a las nuevas generaciones con una visión más global y confiando en las propias capacidades de las personas será la mejor manera de hacer un país más próspero, justo y humanitario puesto que la base la tienen en las comunidades o ayllu.
 
El paisaje del contorno es maravilloso pero bastante frío. Las temperaturas oscilan en invierno entre –10º y una máxima de 15º y, en el verano entre 10º y 22º. Durante el invierno se producen fuertes vientos y las olas del lago pueden ocasionar el cierre del estrecho por el peligro para las embarcaciones.
 
El clima es duro para vivir con fuertes truenos, relámpagos, lluvias, granizos y hasta nieve, sin embargo, es raro el día que no sale el sol y ahí la temperatura sube bastante. Los rostros morenos y curtidos de la gente se debe por el viento seco y frío que por el sol; a pesar de que los rayos a ciertas horas son bastantes perjudiciales. De ahí que casi todas las personas aimaras llevan sombreros o sus típicos gorros con orejeras para protegerse. Sé que esto es parte solamente de todo lo que podría transmitirles de mí testimonio de vida acá, pero puedo decirles que gracias a Dios y a la Santísima Virgen y a esta experiencia, como también gracias a los hermanos que confiaron en mí, hoy me siento más orgullosa y contenta de ser una educadora marista que solo trata de educar a los niños y jóvenes con la pedagogía del amor como nos dice nuestro San Marcelino Champagnat “ PARA EDUCAR A LOS NIÑOS HAY QUE AMARLOS Y AMARLOS A TODOS POR IGUAL”

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