El Papa Juan
Pablo II y nuestro Obispo diocesano Javier Prado nos han invitado
a vivir este tiempo de Cuaresma como un regalo del Señor de la
Vida para convertirnos y vivir la caridad en un compromiso
solidario con los más necesitados, como una preparación para
vivir la SEMANA SANTA.
Estamos
viviendo la última semana de Cuaresma, que se inició el
miércoles, 13 de marzo MIÉRCOLES DE CENIZA y que finaliza el
Domingo, 24 de marzo DOMINGO DE RAMOS donde iniciamos LA SEMANA
SANTA.
Este
tiempo de Cuaresma que la Iglesia nos ofrece para unirnos más al
Señor de la Vida por medio de la ORACIÓN,
integrando la fe y la vida.
Para
privarnos de algo, no necesario, como dulces, chicles,
golosinas...los más pequeños y tal vez bebidas, cigarrillos,
cosméticos...los mayores; como un signo de PENITENCIA,
de SACRIFICIO...para colaborar en la Campaña de
Fraternidad depositando nuestro aporte, fruto de nuestras
privaciones, en la alcancía o cajita de Cuaresma.
Qué
importante que a los niños, desde pequeños, los motivemos a que
no siempre se puede comer un dulce o masticar un chicle, y que a
veces esas pequeñas monedas del dulce no comido, pueden
transformarse en una ayuda para nuestros hermanos más necesitados.
(Monseñor
JAVIER PRADO en el Rancaguino del domingo, 10 de marzo 2002)
Qué
motivador es para los padres de familia ver que sus hijos reciben
el ejemplo de su propio espíritu de sacrificio (Monseñor
Javier Prado).
Ser
empáticos con los demás, especialmente con los que más sufren.
Ponernos en lugar de sus personas y las situaciones difíciles que
les toca vivir. Ser CARITATIVOS y SOLIDARIOS con
nuestros hermanos que sufren más. Tuve hambre y me diste
de comer...
Todo lo que hagan a los demás a Mí me lo hacen
(Jesús).
Y
al final de nuestra vida se nos examinará sobre el Amor: si hemos
amado a Dios y a nuestro prójimo.......Si hemos amado a Dios en
nuestros hermanos.
Y así
con nuestro corazón bien dispuesto: corazón orante.... corazón
penitente y misericordioso....corazón caritativo y
solidario...nos preparamos para vivir y celebrar la SEMANA SANTA,
la PASIÓN, MUERTE y RESURRECCIÓN DE JESUCRISTO.
Encomendemos
estos cuarentas días de intensa oración y penitencia a la Virgen
María, Madre del Amor hermoso. Que Ella nos acompañe y guíe
para celebrar dignamente el gran misterio de la Pascua de Cristo,
revelación suprema del amor gratuito y misericordioso del Padre
celestial (Juan Pablo II)
Máximo
del Pozo Hernández
Hermano
Marista
Rancagua, 18
de marzo de 2002