Gracias Dios Padre,
Creador nuestro, que, como buen labrador, nos has dado la vida y los recursos
para llevarla a cabo.
Gracias Jesús Cristo,
porque nos regalaste una segunda oportunidad, cercana y definitiva, de alcanzar
la Vida Eterna a la sombra de tu Palabra.
Gracias Señor
por permitirnos ser tus vástagos, nutridos por tu testimonio vivo y presente en
los sacramentos. Gracias, porque nos has dado los medios para hacer práctica tu
enseñanza en nuestra vida, porque nos has instruido a no quedarnos sólo en lo
dicho y nos has dado la oportunidad de hacer y trabajar en nuestra vida
cotidiana. Mediante tu sacrificio, Vid Verdadera, das un sentido a la Vida que
nos regaló tu Padre Sembrador, sentido que nos lleva a brotar día a día con
fuerza y ganas de alcanzar la magnificencia de tu Perfección.
Gracias Santísima Virgen,
porque has sido una verdadera madre para la Humanidad y en especial para
nosotros, educados bajo la tutela Marista, gracias a la cual hicimos de Ti
nuestro recurso Ordinario.
Gracias San Marcelino
Champagnat, porque seguiste el testimonio vivo de Jesús y gracias a ello lo
tuvimos presente en nuestra formación.
Gracias
Hermanos Maristas,
que han consagrado y dedicado su vida completa a guiar por el
camino de Jesús a los niños y jóvenes, que hoy más que nunca lo
necesitamos.
Gracias, Papás y Mamás,
familia en pleno, por ser el pilar fundamental de nosotros, sus hijos, por
llevar a cabo con sacrificio y dedicación totales la tarea a ustedes
encomendada de criarnos, por aceptar voluntariamente la paternidad, mero hecho
que los hace merecedores de nuestra sempiterna admiración. Porque ustedes, y
sólo ustedes, tomaron las decisiones que tomaron, para darnos lo que ustedes
discernieron como lo mejor, siempre lo mejor, para nosotros; porque ni siquiera
nuestro primer trastabillante paso lo debemos a nuestro esfuerzo propio, sino
mayoritariamente al de ustedes, que han sostenido nuestras manos y nos han
guiado por el buen camino a lo largo de toda nuestra vida, y decidieron dejar
nuestra educación al amparo del Mensaje de Jesús llevado a la práctica por los
hermanos Maristas.
Gracias a ustedes,
Profesores y Educadores,
que nos han mostrado a lo largo de estos años una pequeña gran parte de la
realidad del mundo en que vivimos, en sus muchas dimensiones, que nos han
enseñado que ni siquiera ustedes pueden prever todos los destinos, pero nos han
dado las herramientas necesarias para construir y luchar por el nuestro; gracias
por hacernos entender que el ser Humano no es perfecto, pero sí perfectible, y
tiene todo a su alcance para ser mejor.
Gracias compañeros y
amigos,
porque si hubiese faltado tan sólo uno de ustedes toda nuestra vida escolar
hubiera sido distinta; por los momentos, agradables y malos, que vivimos juntos,
pero que en definitiva nos hicieron crecer y aprender; gracias por el tiempo y
las experiencias, por las alegrías y las tristezas, por los éxitos y los
fracasos; porque ahora que ya esta escrita y la leemos, vemos que a nuestra
historia escolar no le cambiaríamos ni siquiera una coma.
Gracias Dios Padre
porque nos has dado una vida para descubrirte, para apreciar tu labor de
Sembrador de Vidas; por permitirnos ser retoños de tu hijo Jesús, quien es
Camino hacia Ti, Testimonio de Verdad de tu Existencia, y por todo eso Vida para
la Humanidad.
Gracias Señor por poder
seguirte, porque debido a la Educación, iluminada por ti y entregada por
nuestras Familias y Pedagogos, tenemos las herramientas, no para mirar al mundo
con desdén y arrogancia, sino como el campo del que tendremos que cosechar
nuestro futuro.
Gracias
finalmente porque en estos momentos de separación, llorar no es ser débil,
porque no todas las lágrimas son malas; porque las despedidas no significan
adiós para siempre, sino que Muchas Gracias a todos, por todo lo vivido.
Rancagua, 1º
diciembre 2005