Te di la vida, pero no puedo vivirla por ti.
Puedo enseñarte muchas cosas, pero no puedo
obligarte a aprender.
Puedo dirigirte, pero no responsabilizarme por
lo que haces.
Puedo llevarte a la Iglesia, pero no puedo
obligarte a querer.
Puedo instruirte en lo malo y lo bueno, pero no
puedo decidir por ti.
Puedo darte amor, pero no puedo obligarte a
aceptarlo.
Puedo enseñarte a compartir, pero no puedo
forzarte a hacerlo.
Puedo hablarte del respeto, pero no te puedo
exigir que seas respetuoso.
Puedo aconsejarte sobre las buenas amistades,
pero no puedo escogértelas.
Puedo educarte acerca del sexo, pero no puedo
mantenerte puro.
Puedo platicarte acerca de la vida, pero no
puedo edificarte una reputación.
Puedo decirte que el licor es peligroso, pero
no puedo decir no por ti.
Puedo advertirte acerca de las drogas, pero no
puedo evitar que las uses.
Puedo exhortarte a la necesidad de tener metas
altas, pero no puedo alcanzarlas por ti.
Puedo enseñarte acerca de la bondad, pero no
puedo obligarte a ser bondadoso.
Puedo amonestarte en cuanto al pecado, pero no
puedo hacerte una persona moral.
Puedo amarte como niño, pero no puedo
colocarte en la familia de Dios.
Puedo hablarte de Jesús, pero no puedo hacer
que Jesús sea tu Señor.
Puedo explicarte cómo vivir, pero no puedo
darte vida eterna.
Fabricando un Padre
En el taller más extraño y sublime conocido, se
reunieron los grandes arquitectos, los afamados carpinteros y los mejores
obreros celestiales que debían fabricar al padre perfecto:"Debe ser
fuerte", comentó uno."También, debe ser dulce", comentó otro
experto."Debe tener firmeza y mansedumbre: tiene que saber dar buenos
consejos"."Debe ser justo en momentos decisivos, alegre y comprensivo
en los momentos tiernos"."¿Cómo es posible, interrogó un obrero,
poner tal cantidad de cosas en un solo cuerpo""Es fácil",
contestó el ingeniero. "Sólo tenemos que crear un hombre con la fuerza
del hierro y que tenga corazón de caramelo".Todos rieron ante la
ocurrencia y se escucho una voz (era el Maestro, dueño del taller del cielo):
"Veo que al fin comienzan, comentó sonriendo.
No es fácil la tarea es cierto, pero no es imposible si ponen interés y amor
en ello".Y tomando en sus manos un puñado de tierra, comenzó a darle
forma."¿Tierra, preguntó sorprendido uno de los arquitectos. ¡Pensé
que lo fabricaríamos de mármol, o marfil o piedras preciosas!."Este
material es necesario para que sea humilde, le contestó el Maestro.Y
extendiendo su mano sacó de las estrellas oro y lo añadió a la
masa."Esto es para que en pruebas brille y se mantenga firme".Agregó
a todo aquello, amor, sabiduría, le dio forma, le sopló de su aliento y cobró
vida, pero... faltaba algo, pues en su pecho le quedaba un hueco."¿Y qué
pondrás ahí", preguntó uno de los obreros.Y abriendo su propio pecho, y
ante los ojos asombrados de aquellos arquitectos, sacó su corazón, y le
arrancó un pedazo, y lo puso en el centro de aquel hueco.Dos lágrimas salieron
de sus ojos mientras volvía a su lugar su corazón ensangrentado.¿Por qué has
hecho tal cosa", le interrogó un ángel obrero.Y aún sangrando, le
contestó el Maestro:"Esto hará que me busque en momentos de angustia, que
sea justo y recto, que perdone y corrija con paciencia, y sobre todo, que esté
dispuesto aún al sacrificio por los suyos y que dirija a sus hijos con su
ejemplo, por que al final de su largo trabajo, cuando haya terminado su tarea de
padre allá en la tierra, regresará hasta mí.
Y satisfecho por su buena labor, yo le daré un
lugar aquí en mi reino. Le extenderé mi mano, descansará en mi pecho y
tendrá Vida Eterna.Pues yo también soy Padre y por él, por su bien, para
otorgarle vida, me arranqué del corazón un pedazo de amor y lo puse en su
pecho. Para que a mí regrese, guiado por la sangre que derramé por él en una
cruz, para darle perdón, para mostrarle que aunque es duro ser padre, cuando
extiendes tus brazos y perdonas, la recompensa es vida, gozo y amor eterno.
¡FELICITACIONES A TODOS LOS
PAPÁS DE FAMILIA EN SU DÍA!SIGAN ENTREGANDO AMOR Y FELICIDAD EN SUS
FAMILIAS.¡SEAN LOS PRIMEROS EDUCADORES DE SUS HIJOS !Envió
MÁXIMO DEL POZO HERNÁNDEZ.-
Hermano Marista.
Domingo, 16 junio 2002