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En Pentecostés hemos sido marcados con un sello especial
Por
Instituto O'higgns .
Publicado:
24 Mayo 2010
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Un grupo del IOH viajó hasta San Fernando en donde fueron recibidos por la comunidad marista de esa ciudad.


Más de alguna vez se oyó decir a nuestro Padre Champagnat que “todas las diócesis estaban en la mira” del gran sueño marista. Él tenía clarito que la acción del espíritu operada en nuestra comunidad no podía quedar encerrada en las estrechas fronteras de la Francia de su época. Agradecemos su intuición y convicciones que hicieron posible que hoy una naciente comunidad de la Pastoral Juvenil Marista, jóvenes peregrinos de una germinal cordada (Ápocra), pudieran disfrutar de las riquezas contenidas en la vida en el Espíritu de nuestra Diócesis de Rancagua. Contra todo pronóstico, superando los rigores de la lluvia y el frío, tuvimos la oportunidad de participar de la gran fiesta del Espíritu en que la Iglesia conmemora y celebra su nacimiento y consolidación.

El día sábado 22 de Mayo asistimos a la Vigilia de Pentecostés organizada por la Pastoral Juvenil Diocesana en conjunto con nuestros hermanos y hermanas de la comunidad marista del Instituto San Fernando. Pudimos celebrar y constatar la riqueza de una Iglesia joven que quiere superar las barreras impuestas por una sociedad muchas veces centrada en prejuicios y egoísmos. Jóvenes que , desde distintas parroquias y realidades, fueron capaces de reconocerse hermanos y amigos en Aquél que nos amó, con idénticas aspiraciones de justicia y equidad; Todos quienes allí nos reunimos, formamos una comunidad que, unida en oración, fue capaz de cantar y reconocer a una voz, la presencia de un Espíritu que allana todas las diferencias y hace nuevas todas las cosas; Espíritu santo que transforma nuestra manera de ver el mundo y nos ayuda a salir al encuentro de quienes necesitan nuestra voz, nuestros oídos y nuestras manos. El Mismo Espíritu que dio origen a la vida de la Iglesia diocesana y que suscitó en Marcelino Champagnat la iniciativa y la fuerza para dar vida a la obra marista, es quien hoy sostiene nuestra vida Pastoral y la dota de salud. En este Espíritu y desde la Fiesta de Pentecostés que hemos vivido en San Fernando, reconocemos nuestra principal riqueza, hemos sido marcados con un sello especial que nos invita a no quedarnos encerrados en nuestras comunidades locales, saliendo de prisa al encuentro de aquellos a quienes el Señor nos envíe.  

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