Junto con
presentarles el reporte gráfico de nuestro viaje al secano
costero con alumnos de cuarto medio, que el año pasado vivieron
la experiencia rural, quiero profundizar en la reflexión que una
actividad como ésta nos obliga a hacer..
La experiencia ya ha cumplido más de 10 años, hemos visto como los
antiguos caminos recónditos e intransitables, hoy asfaltados, nos
facilitan el acceso a los distintos sectores. Las familias siguen
siendo las mismas, ya no nos tratan como visitas, creo que hemos
logrado hacernos de un puesto en sus mesas. Ante estas evidencias y
haciendo una lectura muy plana, nos podemos encontrar a quien piense
que el recurso solidario se ha agotado o que el grupo de personas
que hacen de papá y mamá durante las semanas de octubre ya están
muy mayores y no es mucho lo que pueden ofrecerle a nuestros
alumnos.
Me revelo absolutamente a este pensamiento, y son varios los
argumentos que podríamos discutir; en esta ocasión recurriré solo a
dos. En el último año del pontificado de Juan Pablo II con ocasión
de la Cuaresma, meditábamos la importancia de atender pastoralmente
a los ancianos, cada uno de nosotros sacó del baúl de los afectos
todos los recursos que teníamos para comprometernos con la
ancianidad; sería un pésimo signo, que teniendo la posibilidad de
hacer obras, el compromiso antes mencionado, nos hagamos a un lado y
nos olvidemos de quienes tanto nos han dado y tanto nos reclaman
hoy.
El segundo argumento está relacionado con la gracia y los beneficios
extra formato-proyecto que se nos regalan minuto a minuto durante
nuestra permanencia en los sectores. Para hablar hay que conocer,
para conocer hay que ir y al ir debemos llevar el firme propósito de
quedarnos, sólo así podemos recoger los frutos de una experiencia
que va más allá de cualquier prejuicio, e incluso de la gran
promoción que le hacemos. En ella hay vida y vida de la buena, hay
sacrificio, hay lágrimas, hay risas, hay conversaciones a la sombra
de los árboles, hay olor a pan y por sobretodo hay un grupo de
viejos llenos de ese amor gratuito que nosotros muchas veces
predicamos dispuestos a darnos más de lo mismo