Noticias
El ejemplo de Alberto presente en la vida del Marista
Por
Instituto O'higgns .
Publicado:
1 Septiembre 2005
Leido 243 veces
Comenzar un día diferente, en el que la única preocupación no soy especialmente yo, en el que dejo mis propias inquietudes y mis deberes para ir en ayuda de los demás, dejo todo a un lado, sea mucho o poco lo que tenga que hacer, simplemente lo dejo, y me pongo en frente de un mundo muchas veces poco relacionado con mi diario vivir, poco común para mi y mis compañeros, cada proyecto de curso tiene un significado diferente,
para algunos es un buen momento para ayudar y pasarlo bien, para otros la única actividad solidaria que realizan en el año, para muchos un momento de compartir y para tantos otros un momento de dar alegría y entretención a niños y ancianos, a pobres y necesitados, hacer participes a jóvenes y adultos, a desarrollar una actividad propia, una tarea que tiene igual o más importancia que pasar un día en clases, con pruebas y trabajos, con responsabilidades y compromisos, pero que en esta ocasión no son en las aulas ni en frente del escritorio, sino en la vida, en un colegio de bajos recursos, en la ayuda a los campamentos de nuestra ciudad, en la realidad misma en que trabajaba nuestro próximo santo Alberto Hurtado. Sin duda no es un día común, es un día que cada uno lo toma de una forma diferente y desde su propia perspectiva, porque cada uno vive su solidaridad de manera distinta y propia, probablemente para algunos sea otro compromiso más, pero para otros es un día en que sacrificarse por el prójimo, es una razón valida y a la cual realmente se comprometen. Al comenzar la mañana, con cada una de las tareas propias de cada curso, de cada alumno y de cada profesor, se logró probablemente los objetivos que nuestro santo fundador y El Padre Alberto Hurtado, es decir, ver en cada uno de nosotros, trabajar con alegría, con entrega sin preocuparnos de nada más que de nuestro prójimo, nada más que de nuestro hermano, que no se encontraba bajo un puente o agonizando en una cama sin saber de Cristo, sino a tu lado, a tu alrededor, en ese niño con quien compartiste, en esa persona que te dio alimento, en ese anciano que te contó su historia, en ese hombre que no te quiso recibir ni hablar, en ese individuo del campamento que te dio las gracias, en ese niño que miro con cara tierna tu sonrisa y se puso alegre cuando lo subiste a tu espalda para jugar un rato con él. Sí, ahí estaba Dios presente en cada gesto y en cada alumno, en cada niño y en cada persona que compartía y trabajaba contigo, sin duda no fue un día común, probablemente encontraste aburrido o mal organizado alguno de los proyectos, cada uno puede que halla tenido errores y percances, pero te aseguro que en algún momento del día, sentiste la presencia de Cristo, de Alberto o de Champagnat presente, o incluso, te sentiste alegre y gozaste con que las cosas resultaran y pudieres de alguna manera contribuir con tu aporte, con tu ayuda, con tu entrega a tu propósito solidario. Este día, no se trata de creer o no creer en Dios, en la religión o en los santos, se trata de hacer vivir el testimonio de un hombre, que dio la vida por los pobres y necesitados, que hizo una de las obras más maravillosas de Chile, aquel que no dormía porque mientras muchos olvidaban las tantas realidades de la calle y de la oscuridad de la noche, él, bajo su mirada y compañía, recogía, alentaba, alimentaba y vestía al prójimo, a ese mismo ser, a esa misma persona que tu ayudaste el jueves pasado, realizando las tareas y las responsabilidades en tu compromiso con el día de la Solidaridad.

Publicado en:
© CONGREGACIÓN DE LOS HERMANOS MARISTAS
Ámbito de Diseño, Informática y Comunicaciones