Comenzamos una fecha muy diferente a cualquier
otra, entramos en la Semana Champagnat en la que cumplimos 90
años de existencia educacional, valórica e histórica, no solo de
la ciudad de Rancagua, sino en la cada colegio Marista, en cada
ciudad donde se encuentre alguna institución o fundación de esta
maravillosa congregación, en cada país donde la tarea de Los
Hermanitos de Maria han depositado sus diferentes cuotas de
sencillez, de modestia y de humildad, que nunca podrán olvidar o
pasar por alto, las enseñanzas de nuestro Padre Fundador.
De que otra manera podíamos iniciar esta
celebración si no es agradeciendo a Dios, por permitir tener el
orgullo de llevar nueve décadas de vida dentro de la región, y a
demás agradecer la riqueza humana que nuestras aulas han podido
formar a través de los años. Sin lugar a dudas, las personas que
han podido realizar estos sueños, tanto de amor por los alumnos
y servicio por la educación, tienen aquel carisma de Champagnat,
que nuestro santo fundador dejo en cada uno de los hermanos
Maristas que hicieron posible en un comienzo esta difícil tarea.
La misa fue celebrada por nuestro párroco de
sección, quien dio una perspectiva de todo el trabajo realizado
por los Hermanos, muchas veces no visto o guardado por el
anonimato, la predica se enfoco en el servicio, en el amor y las
oportunidades que los Hermanos dan en todas y cada una de las
áreas, la educación de los valores, la vocación, lo académico,
la preparación, entre otras, son muchas las tareas que realiza
nuestro colegio por cada uno de nosotros, a lo mejor muchas son
las características de este proyecto, muchos son los años que
nos quedan por recorrer, muchas son las expectativas que tenemos
del colegio en otros noventa o cien años más, a lo mejor, muchas
son las cosas que quedan por hacer, para continuar con esta gran
tarea de Champagnat.
Así dimos inicio a la semana de aniversario y
seguimos la tarea que un día, a sus 51 años de vida, Marcelino
Champagnat dejo escrita en su testamento espiritual, para todos
y cada uno de los Hermanitos Maristas, resumiendo su obra en una
frase que engloba todas las enseñanzas que dio en su vida
diciendo: Para educar a los niños hay que amarlos. Esa es y
será por mucho tiempo la tarea más grande que tendrán todos los
educadores Maristas.