Nos reunimos como sección para conmemorar la
ceremonia por los santos difuntos que se realiza el día 1 y 2 de
Noviembre, esta misa fue presidida por el padre Sergio Farias,
quien nos invito a trabajar por la santidad y buscar nuestra
gracia interior, nuestro fruto entregado por Espíritu Santo, una
invitación que se cree muy lejana y perdida entre los jóvenes.
Una gran tarea que cada uno debería asumir en el
camino católico, una responsabilidad que debe tomarse
comprometidamente, una labor entregada a los demás,
transformando la realidad como lo hizo nuestro nuevo Santo el
Padre Hurtado y el vivo ejemplo de Santa Teresita de los Andes.
Esta celebración por nuestros parientes y amigos
fallecidos se lleva a cabo desde el año 998 donde los antiguos
grupos de la congregación Benedictina conmemoraban a los santos
difuntos que durmieron en la esperanza de la salvación, luego de
algunos años se extendió esta celebración a todo el mundo
católico y cristianizado de las diferentes épocas llegando esta
tradición hasta nuestros días.
Para nuestro colegio y especialmente para nuestra
sección esta celebración tuvo un carácter muy especial, debido a
que este año ha sido testigo de perdidas muy dolorosas y unidas
a nuestro colegio, recordando a Gabriel Cristhoforou y Sebastián
Gálvez, ambos conocidos ex alumnos de nuestro colegio.
Celebramos este acontecimiento recordando a todos
los parientes difuntos de la sección, incluyendo a los
ex-alumnos fallecidos, como nos referíamos anteriormente.
También y en forma muy especial recordamos a los Mártires de
Zaire, al Hermano Fernando de la Fuente, a quien se recuerda los
últimos días de Octubre recordando su entrega por los niños y su
misión en el continente africano, ejemplo y modelo de fe para
todos los jóvenes Maristas y del mundo entero.
La invitación que este acontecimiento nos
recuerda, es a trabajar por la entrega para nuestro prójimo,
para tener esperanzas en ser Santos en un mundo con
dificultades, injusticias y por sobre todo desigualdades que
debemos ser capaces de combatir y transformarlas tal como nos
enseño el Santo más cercano que tenemos, Marcelino Champagnat,
quien fue capaz de romper la roca para dar testimonio de la fe y
el amor por los que más lo necesitaban.