Al iniciar nuestro viaje, aproximadamente a las
ocho y media de la mañana, no podemos desmentir que en los
rostros de algunos de nuestros compañeros se percibía algo de
temor, sobre el ambiente en que estaba inmerso el colegio, que
visitaríamos.
Luego de una hora y cuarto de viaje, nos
encontramos frente a un gran colegio, que resaltaba por sobre
las humildes casas aledañas. A nuestro encuentro salieron 3
alumnas, pertenecientes a la Directiva del 2ºD del Colegio
Champagnat de La Pintana. Al instante se generó un clima de
confianza, ya que ellas tomaron la iniciativa y empezaron a
saludar uno por uno. El temor se había terminado. Así nos
condujeron a su sala, pasando por el patio lleno de miradas
curiosas de los alumnos.
Ya en la sala, nos esperaban todos sentados, y
nosotros, esta vez, tomamos la iniciativa y nos acercamos a
saludar. Después de visitar la capilla y hacer la oración, nos
presentaron al compañero con el cual deberíamos compartir
durante el día. Al instante nos dimos cuenta que el estereotipo
que nos habíamos imaginado, era muy diferente a la realidad. Son
personas abiertas al trato, muy sociables y simpáticas. Esto se
vió reflejado en una carta de bienvenida en la cual expresaban
todo lo que ellos esperaban de nosotros.
Tomamos un abundante desayuno; posteriormente nos
dividimos en dos grupos. El primero fue al Hogar de Cristo,
compartiendo con los abuelos que asistían a los talleres,
además, barriendo y regando el jardín. El otro grupo fue a un
club de ancianos, en el que se prestaron servicios, como barrer,
limpiar sillas, y pintar una muralla en malas condiciones. Como
el tiempo para realizar esto era largo, pero nuestra eficiencia
lo hizo más corto, ambos grupos aprovecharon para conversar y
compartir. Terminada esta actividad nos dirigimos a las casas
del compañero que nos tocó. Ahí conocimos sus respectivas
familias, llevándonos todos un grato recuerdo.
El esfuerzo por realizar un exquisito y abundante
almuerzo se destacó. Esta fue para muchos la mejor parte de la
experiencia, pues entablaron una grata conversación, conociendo
profundamente a los nuevos amigos. Después de almuerzo, se
dedica la tarde a la recreación. Algunos demostraron su pasión
por el fútbol, destacando los del Champagnat por su habilidad.
Otros se dedicaron al básquetbol,
compartiendo con las niñas. Los más pasivos usaron su tiempo
jugando ajedrez con Iván Morovic, campeón nacional, que justo se
encontraba en el colegio, o simplemente conversaron. Después de
esta ardua tarde deportiva, nos dieron una reponedora once. Ya
llegado el momento de la despedida, los presidentes de ambos
cursos, se dirigieron a los presentes, agradeciendo lo vivido.
Nos devolvimos a Rancagua muy contentos, el temor
inicial en la cara se había transformado en una rebosante
sonrisa, y durante todo el viaje, el curso entonó los cantos
tradicionales de los viajes en bus, demostrando que ya no somos
compañeros, sino amigos.
Es una experiencia que jamás olvidaremos, en ese colegio no se
veía gente triste, existiendo siempre un gran respeto entre los
compañeros, siendo un ejemplo para la sociedad y sobre todo para
nosotros.
Federico Iglesias
Gonzalo Pérez 2ºD