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Viaje del 2ºA al colegio San Marcelino Champagnat de la Pintana
Por
Instituto O'higgns .
Publicado:
1 Octubre 2004
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En la mañana del día Miércoles 7 de Octubre, salimos casi todo el 2ºA en un bus con rumbo al colegio Marcelino Champagnat de la Pintana, íbamos con nervios porque era un nuevo mundo que nos llevaban a conocer.
Cuando llegamos al colegio, ellos y ellas estaban esperándonos, hacía frío y ellos estaban afuera. Al comienzo nadie se atrevía a hablar con nadie, estábamos separados en dos grupos, nadie quería tomar la iniciativa de hablar con los del colegio Marcelino, hasta que uno de nosotros empezó a hablar con ellos, y él fue quien nos dio el impulso a los demás para integrarnos a la conversación. Después pasamos a otro lugar del colegio, una plazoleta bien cuidada y linda, en ese lugar jugamos para conocernos, era un juego en que nos presentábamos y hacíamos una penitencia, fue el primer momento de unificación. Después nos juntamos con los que nos asignaron. Por lista (la de ellos) nos separaron en dos grupos, unos(en el que estaba yo) fuimos a un hogar de ancianos y los otros fueron a un hogar de cristo. En el hogar de ancianos ayudamos a ornamentar un jardín, nos quedo muy bueno, también escuchamos las cosas que los abuelitos nos querían contar, nos mostraron su felicidad, su emoción por que los visitábamos. Cuando terminamos ahí, nos fuimos a comer a las casas de nuestros nuevos compañeros, nos atendieron muy bien, como si fuéramos su propia familia, me di cuenta que para ser solidario no es necesaria una moneda, y lo único que importa es lo que uno como persona tiene es su corazón, ellos sin tener muchos recursos, se preocuparon de tenernos una rica comida, que mas rica estaba con el amor que le pusieron esas manos cocineras, esas manos de madre. Después tuvimos momentos de recreación, jugamos fútbol, voleiball, a las quemadas y nos dieron un tour por su colegio, me sorprendí al ver tantos lugares, el colegio era muy grande y completo.
 
Cuando ya caía la tarde ellos nos dieron once, comimos por segunda vez en el colegio, porque al principio nos dieron desayuno. Esta once fue muy buena para todos, del Marcelino y del O’higgins, porque como ya nos conocíamos pudimos hablar con toda libertad. Terminamos la once, y salimos al patio, algunos nos pusimos a cantar, otros hablaban, pero nadie estaba solo, todos juntos, sin diferencias. Llegó el momento de despedirse, y al igual que nos saludamos por primera vez en la mañana ellos formaron una fila para decirnos chao, pero no un chao para siempre, por que mas adelante nos volveremos a encontrar, pero esta vez en nuestro colegio, aquí en Rancagua. Así terminó nuestro viaje, así comenzó una nueva historia en que nos juntamos como iguales, como Jesús siempre lo quiso, como difícilmente ocurre en esta sociedad “globalizada”.

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