Con emotivas palabras el Profesor
Roberto Gallegos recordó a dos Hermanos Maristas que más han
influido en su vida personal y profesional:
El Hermano Claudio, como su Profesor de Kinder (1951) y el Hermano
Fernando de la Fuente, como amigo y colega en este Instituto O'Higgins
de Rancagua.
En su testimonio, entregado a toda la comunidad escolar marista,
en el marco del Encuentro de Misión Compartida, realizado el
pasado 14 de mayo, el Profesor Roberto Gallegos destacó la
importancia del testimonio de los dos Hermanos Maristas en su vida
personal y profesional: "Mi promoción fue testigo de su
última entrega como maestro, como profesor, como amigo.
Roberto Gallegos O. Profesor
del Colegio
Fuimos testigos de lo que realmente era: un
monumento al apostolado de la educación", señalo al referirse al Hermano
Claudio.
Al recordar al Hermano Fernando de la Fuente, martirizado en África, resaltó
las cualidades que tuvo en vida y que hoy son un ejemplo a seguir: "Él nos
observa desde lo alto y exige de cada uno de nosotros responsabilidad, entrega,
respeto y solidaridad...Que es lo que nos pide como educadores este hombre, que
siguió la huella del Maestro en lo espiritual y de Marcelino en lo humano; es
un modelo digno de imitar".
Al finalizar, el Profesor Roberto Gallegos tuvo palabras de agradecimiento por
haber tenido la oportunidad al Hermano Claudio y compartir con el Hermano
Fernando, cuya presencia se hace viva entre nosotros.
Dirigiéndose al Hermano Luis Izquierdo, quien fue su profesor y actualmente
colega, presente en el acto, expresó, con un emotivo abrazo su respeto y
admiración por la Obra Marista.
Se me ha pedido que comente, en mi calidad de
ex-alumno del Colegio, alguna vivencia que diga relación con la educación
recibida en el Instituto O'Higgins, y que además me haya servido para toda la
vida. Y se me ha ocurrido que podría ser algo de lo cual soy uno de los pocos
privilegiados, y que es haber sido alumno del Hno. Martín en clases de
Religión.
Digo que soy uno de los pocos privilegiados porque pertenecí a uno de los
también pocos cursos de los cuales él era Profesor Jefe. Y hago mención
especial a las clases de religión, porque el Hno. Martín ha sido recordado por
sus conocimientos y erudición sobre Castellano y Literaturaespecialmente en
su etapa de Profesor Universitariopero acá en el colegio además hacía
clases de Filosofía, Francés, y Religión.
Mauricio Barrena I.
Administrador del Colegio
Demás está señalar que cada frase suya era una
sentencia, y cada hora de clases una charla magistral. Pero indudablemente que
las clases de Religión tenían un sabor especial, porque además de enseñar
las materias propias del ramo, era un verdadero evangelizador. El siempre nos
recordaba que al margen de las materias que las distintas reformas educacionales
nos propusieran aprender, y al margen de los conocimientos empíricos que
Hermanos Maristas y Profesores laicos nos pudiesen trasmitir, los principios
básicos y fundamentales de la enseñanza marista sony serán siempre -, la
fe en Dios, el amor a Cristo, y una devoción ferviente a nuestra Madre la
Virgen. Y nos advertía, que sin esos principios, todos los títulos, todos los
prestigios, todos los ruidosos triunfos que se puedan alcanzar en la vida,
serán sólo viento fugitivo a la hora de rendir cuenta sobre los talentos
recibidos, o a lo sumo datos para llenar algún currículo, o elementos
retóricos para estructurar algún discurso de ocasión. La vida me ha enseñado
que mi querido profesor no estaba equivocado.
En las otras asignaturas se las ingeniaba para poner un toque de espiritualidad.
Recuerdo que en clase de Castellano, cuando comentábamos "Las meditaciones
del Quijote" de Ortega y Gasset, se enfurecía cuando el autor definía la
novela cervantina como "la epopeya de los lomos apaleados en donde la vida
se concibe como esencial derrota, e inevitable naufragio". El Hno. Martín,
a pesar de reconocer en Ortega a uno de los iluminados del siglo XX, decía que
el Quijote era símbolo de idealismo, lo que refrendaba con ejemplos como el de
la playa de Barcelona en donde combate con el Caballero de la Blanca Luna. Y de
paso nos enseñaba que la fe y la oración nos hacen fuertes y no ha tormenta
que nos haga naufragar.
Recuerdo además que dedicó una hora entera de clases, comentando los consejos
a Sancho cuando Don Quijote lo nombra gobernador en la ínsula Barataria
especialmente aquél en que le dice "cuando tengas dudas entre la justicia
y la misericordia, inclínate por la misericordia"
Finalmente quiero destacar que incluso cuando castigaba, era también
evangelizador. Sus castigos consistían en dejarnos parados frente a una
columna, y no podíamos irnos a casa hasta aprendernos una poesía. Pero no una
poesía cualquiera, sino una elegida por él. Pongo punto final recordando una
poesía pequeña, lo que indica que la pilatunada cometida era leve. Es un
soneto (14 versos) en el que se pueda apreciar al margen del fulgor estético,
un contenido pedagógico :
"Si para recuperar lo
recuperado,
debí perder primero lo perdido,
si para conseguir lo conseguido
tuve que soportar lo soportado,
Si para estar ahora enamorado
fue menester haber estado herido,
tengo por bien sufrido lo sufrido,
tengo por bien llorado lo llorado.
Porque después de todo he
comprendido
que no se goza bien de lo gozado,
sino después de haberlo padecido.
Porque después de todo he
comprobado,
que lo que el árbol tiene de florido,
vive, de lo que tiene sepultado".
Mauricio Barrena I.
Rancagua, Mayo de 2003