HERNÁN FELIPE, todas las personas que te conocimos
y supimos de tu generosidad, tu valentía frente al dolor, tu amistad, queremos
testimoniar que tú has sido un mensajero de Dios para dar sentido a nuestra
oración, a nuestro vivir y a nuestra entrega generosa.
Más que preguntarnos por qué Dios permitió esa
enfermedad en tu vida...debemos preguntarnos para qué...lo permitió Dios en
tu ligero caminar por esta vida....madurando como
persona. Y siendo un alumno nos diste lecciones a los profesores, a tus
compañeros, a las familias, a tus amigos, a tu familia, que con tanto cariño y
entrega siempre estuvieron a tu lado, entregando lo mejor de ellos, entregando
su propia vida, minuto a minuto, día y noche, para que tú pudieras vivir.
Hernán Felipe es cierto que los estudios te
costaban, pero te esforzabas para superarte y recompensar los esfuerzos de tu
familia para que tú fueses un Buen Cristiano y un Buen Ciudadano, como quería
San Marcelino Champagnat.
Te preparaste con esmero y dedicación para
recibir a tu Amigo Jesús, el día de tu Primera Comunión. Tu hermano Gonzalo
se vestía de terno para ese solemne acontecimiento.
Y en tu enfermedad siempre encontraste la fortaleza
en el Amigo que nunca falla, en Jesús. En el Hospital de la Universidad
Católica, donde te hiciste amigo de los doctores y del personal de salud,
encontrabas el consuelo y conciliabas el sueño mirando el crucifijo de la sala
y le decías a Jesús: "Señor, si Tú sufriste tanto en la cruz, mis
sufrimientos son poca cosa comparado con lo que Tú sufriste".
El profesor del colegio, Don Gonzalo Yávar,
Diácono Permanente, te llevaba la Comunión a tu casa. Cómo saltaba tu
corazón de alegría en el encuentro con Jesús en la comunión.
Qué alegría para ti y para tu familia cuando el
Sr. Obispo de Rancagua, Francisco Javier Prado Aránguiz, te visitó en tu
hogar, el sábado, 13 de julio, te administró el Sacramento de la
CONFIRMACIÓN, te dio la comunión y bendijo tu cuerpo con la unción de los
enfermos.
Qué ejemplo de serenidad, fruto de la fe, nos
dieron tus padres y familiares, especialmente tu mamá Lucía. Sigue
protegiéndoles desde tu presencia con Dios.
Qué palabras de amistad, de gratitud, de hermandad proclamaron tus amigos de tu
barrio.
Qué testimonio tan admirable nos compartía en
la capilla un Pastor de la Iglesia Evangélica, el ejemplo que tú le dejaste de
oración, de entrega, de madurez humana y en la fe.
Todas las alumnas y alumnos de nuestro colegio
pasaron por la capilla para tributarte su amistad, su oración y la alegría
porque fuiste un alumno de este colegio, que te acogió para educarte y tú nos
has dado lecciones a todos, has sido un profesor del amor, de la entrega, del
testimonio humano y cristiano...como nos compartía el Hermano Aldo, nuestro
Rector, en la Eucaristía.
La capilla del colegio se llenó de flores, los
alumnos y los scouts te hicieron escolta...estaban los estandartes del
Colegio Sagrado Corazón, donde trabaja tu mamá
como profesora y donde estudia tu hermana menor y el del Instituto O'Higgins.
Y tú quisiste partir con el buzo del colegio, como alumno marista, hacia el
encuentro de Jesús, la Buena Madre María y San Marcelino Champagnat.
El Rumpi, tu perrito fiel, que nunca te
abandonaba y te acompañaba donde ibas, que te hacía compañía y cuando tú
comías tus galletas favoritas de champán siempre le convidabas al Rumpi....él
te demostró, por instinto, su cariño y te echará de menos....
HERNÁN FELIPE ARRIAGADA
SÁNCHEZ,
gracias por tu amistad y tu testimonio de vida.
Desde el cielo sigue bendiciendo y protegiendo a tu familia
y a los que todavía peregrinamos por esta vida terrena hacia la celestial.
Máximo del Pozo Hernández
Hermano Marista.